En una época en que los movimientos políticos buscan formar alianzas, pero ponen como condición mantener sus símbolos, buscamos el origen de los emblemas más representativos
Tan importantes han llegado a ser los símbolos de los partidos políticos que hay quienes se creen la encarnación de estos. “Usted es de la estrella del
Apra y yo soy del sol de
Solidaridad, pero ambos se juntaron para iluminar la noche y el día, y para iluminar finalmente el país y la democracia”, le dijo
Luis Castañeda al presidente
Alan García durante la
inauguración del Museo Metropolitano, un mes atrás.
Al margen de la aduladora frase del ex alcalde de Lima, los políticos parecen haber entendido que el emblema gráfico resulta determinante a la hora de vincular los partidos con el electorado. Por eso, cuesta creer que recién a partir de los comicios generales de 1980 los símbolos fueran autorizados y considerados oficialmente en el diseño de la cédula de sufragio.
Como dato anecdótico, para la elección de la Asamblea Constituyente de 1978, a los partidos se les asignó una letra por sorteo. Al Apra le tocó la “C” y al
PPC la “B”.