25 oct. 2010
Solo entre el 40 y 50% de las comunicaciones son casos reales. Proyecto de ley busca sancionar a quienes utilicen la línea con otros fines.
La constante es el zumbido de los timbres. En un minuto, aplastado por el sonido corto y agudo de las llamadas, el suboficial Luis Alberto Rojo contesta ocho veces. Siete son silencios, lisuras, risas idiotas; la última, como consuelo, es una emergencia real.
En sus cuatro años en la Central de Emergencia 105 ya ha desarrollado cierta tolerancia a este trabajo: sabe que más de la mitad de las llamadas que contestará no serán de personas en riesgo, sino de aquellos que no saben qué hacer con su tiempo y que tienen un teléfono cerca. A su lado, con otros 20 agentes, sentados y acostumbrados como él, la escena se repite. Se estima que entre 50% y 60% de las llamadas recibidas son perturbadoras, es decir cualquier cosa menos una emergencia.
El nuevo ministro del Interior, Fernando Barrios, ha anunciado que se tomarán medidas para reforzar la seguridad ciudadana y uno de los puntos por mejorar es el servicio 105. Los agentes que trabajan en el turno de Rojo, así como el comandante José Tasayco, encargado de la central, y el coronel Robert Vásquez, jefe de Tasayco y responsable del Centro de Operaciones Policiales (Ceopol), esperan las implementaciones programadas.